La residencia fiscal en EEUU es un concepto clave para quienes viven o generan ingresos en el país. Determinar si una persona es «residente fiscal» afecta directamente sus obligaciones tributarias y el tipo de impuestos que debe pagar.
En términos generales, la residencia fiscal se establece a través de dos criterios principales: la tarjeta verde (green card) y el test de presencia sustancial, los cuales determinan si una persona debe tributar como residente.
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Para ser considerado residente fiscal bajo el test de presencia sustancial, una persona debe haber estado físicamente presente en EEUU durante al menos 183 días en un período de tres años, incluyendo el año en curso.
Aquellos que cumplen con este criterio deben declarar sus ingresos globales y pagar impuestos federales sobre ellos, independientemente de dónde se generaron. Sin embargo, existen excepciones y tratados fiscales que pueden modificar esta obligación.
Los residentes fiscales tienen la responsabilidad de presentar declaraciones de impuestos como cualquier ciudadano estadounidense. Esto implica reportar ingresos obtenidos dentro y fuera del país, así como cumplir con regulaciones específicas del Servicio de Impuestos Internos (IRS, por sus siglas en inglés).
No cumplir con estas obligaciones puede resultar en sanciones y afectar futuras solicitudes de residencia permanente o renovación de visas.
Por otro lado, los extranjeros no residentes solo deben tributar por los ingresos generados dentro de EEUU. En estos casos, es fundamental presentar la documentación adecuada, como el formulario 8843, para evitar problemas con el IRS.
Además, quienes operan negocios en el país pueden estar sujetos a impuestos adicionales, dependiendo de la naturaleza de sus actividades comerciales.
Por tanto, comprender la residencia fiscal en EEUU es esencial para evitar problemas legales y optimizar la planificación financiera.
Residentes como no residentes deben conocer sus obligaciones tributarias y asegurarse de cumplir con las regulaciones del IRS. La correcta clasificación fiscal no solo evita sanciones, sino que también permite aprovechar beneficios y tratados internacionales que pueden reducir la carga impositiva.