La Casa Blanca advirtió sobre la posibilidad de imponer aranceles de hasta el 245 % a China. Esto, marcaría un nuevo capítulo en la prolongada guerra comercial entre las dos economías más grandes del mundo.
Según un comunicado oficial, esta medida responde a las represalias comerciales adoptadas por China y busca proteger los intereses económicos y de seguridad nacional de Estados Unidos.
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La administración Trump ha señalado que esta decisión es parte de un esfuerzo más amplio para reducir la dependencia de minerales críticos y tierras raras, sectores dominados por el gigante asiático.
El desglose de los aranceles propuestos incluye un 125 % como respuesta recíproca a las medidas chinas, un 20 % adicional relacionado con el tráfico de fentanilo, y entre un 7,5 % y un 100 % bajo la sección 301 de la Ley de Comercio de Estados Unidos. Esta última permite al presidente imponer sanciones a países cuyas prácticas sean consideradas injustas.
Actualmente, las importaciones chinas ya enfrentan un arancel del 145 %, lo que refleja la escalada de tensiones comerciales entre ambas naciones.
Desde Beijing, las reacciones no se han hecho esperar. El gobierno chino ha calificado estas medidas como «chantaje económico» y ha advertido que no teme intensificar el conflicto si es necesario.
Mientras tanto, la Organización Mundial del Comercio ha expresado su preocupación por el impacto potencial de estas políticas en la economía global, especialmente en los mercados más vulnerables.
En el ámbito interno, esta política ha generado opiniones divididas. Algunos sectores empresariales estadounidenses apoyan la medida como una forma de nivelar el campo de juego, mientras que otros temen que los costos adicionales se trasladen a los consumidores.
Además, expertos advierten que esta estrategia podría tener consecuencias imprevistas, como interrupciones en la cadena de suministro y un aumento en los precios de productos esenciales.