Por María Laura García
Leí sobre la tendencia emocional y es algo así como que, si tu tendencia emocional es positiva, entonces te centrarás, pensarás y accionarás de manera proactiva, siendo resolutivo y haciendo milagros con lo poco o mucho que tienes. Mientras que, si tu tendencia emocional es negativa, tu enfoque será hacia lo oscuro, es decir, tus pensamientos y análisis serán negativos y, en consecuencia, así serán tus palabras, reacciones y, por tanto, tus resultados.
Suena sencillo ¿cierto?, pero en esencia así lo es. Y a muchos nos cuesta toda una vida aprenderlo o tomar acción para transformar nuestra “tendencia”.
¿De qué depende cambiar tendencia? Yo diría que del “entrenamiento mental” o lo que es lo mismo, de qué tanto estés dispuesto a hacer para crecer por dentro o espiritualmente.
Esa tendencia emocional a lo negativo o positivo sin duda, se ve influenciada, más allá de lo que sucede en nuestro consciente o inconsciente, por diversos factores, como lo son las cosas a las cuales nos exponemos voluntariamente todos los días: las redes sociales, noticias, lo que vemos en Netflix, la familia, amigos o el entono social y laboral; más todo aquello que involuntariamente puede afectar nuestro intelecto, como las conversaciones cotidianas que presenciamos, la publicidad subliminal y las creencias limitantes que surgieron a lo largo nuestra crianza.
Comenzar concientizar lo que pensamos para bien es nuestra responsabilidad, así como elegir que información consumimos y que gente nos rodea.
Seguro ya lo has escuchado, pero sin duda el cambio depende de nosotros en gran medida, es mucho más simple que lo complejo que nuestra mente nos deja ver. Así que manos a la obra y sigue leyendo.
¿Por qué es importante definir cómo tendemos a pensar?
Porque en un gran porcentaje los pensamientos definen lo que sucede en nuestra vida. Muchas veces creemos que no, pero es así, por que los pensamientos afectan nuestro comportamiento, aunque parezca sorprendente. Dependiendo de los pensamientos que tengamos, nuestra realidad será de una manera o de otra.
Incluso, me atrevo a preguntarte ¿Qué estás viendo o escuchando que afecta tu manera de pensar? ¿Has notado si ayuda “eso” a moldear tu manera de pensar para bien o para mal?
Nuestros pensamientos influyen en nuestras emociones, lo que a su vez afecta nuestras acciones y resultados, pero aún peor o mejor, desde el punto de vista biológico u orgánico, nuestros pensamientos influyen en nuestro estado de salud. Algo que les he escrito hasta cansarme y que muchos estudios científicos han comprobado.
Nuestros pensamientos determinan nuestro estado anímico y esas emociones desencadenan la producción de diferentes neurotransmisores como la serotonina, endorfina, entre otros. Lo anterior define nuestra biología y química interna que en el largo plazo modelará nuestra salud.
¿Existen técnicas para ayudarnos a pensar mejor?
La respuesta es sí, y estas técnicas nos ayudarán a cambiar nuestros pensamientos de manera que las emociones y la biología se transformen para bien.
De pequeña y hasta pasada mi adolescencia solía ser una persona algo negativa (cultura familiar) y también quisquillosa y perfeccionista. Me costaba trabajo ver el lado positivo de las cosas e inclusive creo que mis alergias eternas se debían a un estado de estrés crónico en el que me sumergía a partir de esas características que les mencioné.
Le doy gracias a Dios, que ese mismo perfeccionismo siempre me llevó a ser muy analítica y además siempre teniendo el deseo profundo de ser mejor cada día, eso más los golpes cotidianos me llevaron a entender la necesidad de modificar mis pensamientos para tener mejores resultados en diversas áreas de la vida.
Mis tips para, poco a poco, mejorar la calidad de mis pensamientos fueron y son:
1. Cambio un determinado pensamiento negativo por exactamente el contrario y los repito por unos minutos. Ejemplo, esto me pasa a menudo, si siento que me está comenzando una gripe o resfriado, me pongo a pensar, no pasa nada, me siento bien, y me enfoco hasta que me entretengo en lo que estoy haciendo. La verdad en el 90% de las veces, no sucede eso feo que pienso por momentos. Ojo, lo de la gripe es un ejemplo.
2. Me enfoco en lo positivo de las situaciones que vivo a diario. Respiro y me preguntó ¿Qué tiene de bueno lo que me pasa? Siguiendo con el ejemplo de la gripe, ¿Será que tengo que bajarle dos? Y acto seguido me pongo hacer de todo lo que debo para regalarle a mi cuerpo calma y bienestar: me preparo un té, pongo música, trabajo pero mas tranquila, es decir, dejo el agite y opto por quedarme sentada, etc..
3.Tercera recomendación, cuando me asaltan malos pensamientos, respiro profundo, y me conecto con el aquí y el ahora, con lo que estoy haciendo. Si la situación es angustiante, me centro en la forma en la cual inhalo y exhalo el aire, para que mis mente se tranquilice o pare un poco y mis emociones se regulen.
Por último, si te asalta un mal pensamiento, analiza bien lo que está pasando, para determinar si existe un fundamento para eso que piensas ¿Hay razón? ¿Es real? Y escribe el pensamiento contrario, para buscar, al menos 3 hechos que demuestren si ese nuevo pensamiento es verdad, y así sucesivamente para ganarle la batalla a esas ideas intrusas. Ejemplo:
Pensamiento oscuro: ¡La felicidad no existe!
¿Qué lo respalda? Hay gente triste a mí alrededor.
Pensamiento luminoso: ¡La felicidad sí existe!
¿Qué lo respalda? Mi vecino siempre está sonriendo, en calma y feliz.
Como verás, cualquiera de los pensamientos puede ser verdad, por lo tanto, lo importante es ¿Que eliges creer tú?
Entonces, la clave está, en relativizar tu pensamiento absolutista y siempre buscar llegar a una conclusión más grata y positiva.
Por consiguiente, pon en práctica cualquiera de estas tres técnicas con disciplina y constancia y notarás, que poco a poco, tu forma de pensar, tu estado de ánimo, tu salud más lo que te sucede mejorará paulatinamente.
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