Por María Laura García
Vivir en Venezuela desde hace años se siente igual a montarse en una montaña rusa, en este caso emocional, pues las distintas dificultades que atravesamos nos mantienen en vilo y con ansiedad. Resulta difícil tener o mantener la esperanza si no aprendemos aislarnos, mirando poco a los lados, aunque, por momentos, parezcamos egoístas sin serlo.
Nuestra crisis golpea, un día sí y otro también, cada día con más fuerza. Cuando no es la luz, es el agua, otro día es la enfermedad de un conocido que no tiene con qué solventar su necesidad; otro es la flacura de alguien que en otros tiempos la ropa le quedaba apretada; otro es el cierre de un negocio o empresa que algún día fue próspero y te das cuenta que ya no es lo mismo; otro se te echó a perder el carro y arreglarlo es casi como comprar otro aunque sea usado; otro día te enteras del caso de un amigo al que metieron preso porque se le ocurrió escribir o hablar o hacer política seria para mejorarnos la vida; otro te tienes que despedir de un familiar o de alguien muy valioso que decidió irse en busca de “algo” mejor; otro día ves a un niño desnutrido; otro te sientes burlado por la trampas y la violación de las leyes del país, en fin me da mucha flojera seguir enumerando todo aquello que te llena de tristeza, horror y rabia, cegando la luz que por instantes crees hay al final del túnel.
Es muy difícil no sentirse desolado, como si nunca vamos a llegar. Casi siempre estamos como en zozobra, tratando a diario, de no perder la sonrisa para no morir de mengua emocional. Venimos por años anunciando un final que no llega y a todos nos duele, aunque lo disimulemos y estamos obligados, como sea, a renacer de nuestras propias cenizas. Yo me obligo a diario y eso es lo que me ha mantenido a flote.
¿Qué será de esas tierras dominadas por los caprichos, violaciones y trampas de los que dirigen los destinos de las mayorías? Solo Dios lo sabe con certeza. Mientras tanto, debemos seguir, es decir, sobrevivir de la mejor manera.
Muchos venezolanos jamás pensamos que viviríamos un país tan suigéneris ¿Comunismo, locura, un pranato o un país que en el cual se hace todo menos respetar su constitución? Venezuela era uno de los territorios más ricos de la región, yo lo vi y lo viví. Pero actualmente, pareciera que la única empresa que da fruto acá es la de producir migrantes. TODA mi familia está regada por el mundo y cuando pienso que pueden regresar, volvemos a vivir, como una realidad lapidaria, unas elecciones acomodadas como un traje a la medida, y entonces se me vuelve a “desinflar el globito”. Y si no te ha pasado lo mismo, trata de armar una reunión con todos tus seres queridos, porque en mi caso, es un proyecto casi imposible.
Ante esto, es URGENTE hacerse de herramientas emocionales para no MORIR DE MEGUA, debemos evitar quedarnos en la desesperanza, debemos tratar desconectarnos por momentos. Las circunstancias no dan para que el venezolano esté solo y aislado, es propicio encontrarse con la familia, amigos, vecinos o compañeros de trabajo. Busquemos establecer redes de apoyo.
Mis herramientas en todo este tiempo de crisis … ¡Uff desde el 2002!
La primera es orar, me genera un bienestar de 10 a 15 minutos, cada noche y mañana. Otro infaltable, trabajar y generar actividades que me mantengan entretenida y comprometida. Aprendo cualquier cosa hasta manualidades, escucho música mientras me ejército y trabajo. Leo y creo a partir de allí. Por ejemplo, escribo o hago cualquier cosa que me alimente para poder trabajar mis emociones.
Y si con lo anterior, no encuentras un poco de calma, busca apoyo en otros e incluso de un especialista. Todo menos permitir que esa tristeza cotidiana se convierta en una distimia primero y luego en depresión, porque ha logrado instalarse en nuestra alma.
Aunque suene una palabra trillada, debemos aprender a ser RESILIENTES, que significa levantarse en medio de la crisis, es decir, cáete, pero “te levantas y sigues adelante” porque ante las dificultades también hay oportunidades y recursos para continuar. Anda ¡Sacúdete el polvo!
¿El secreto? Trazarse metas a corto plazo y vivir un día a la vez, sin pensar en el futuro porque esto estresa más. Vuelvo al tema del apoyo, las redes de vecinos y familiares son vitales para la reconstrucción del tejido emocional, muchos venezolanos se sienten solos y desesperanzados; hay que reencontrarse con los seres queridos o crear lazos afectivos nuevos.
Importante…
La falta de optimismo predispone a la tristeza y al malestar emocional. Ver el vaso medio lleno o medio vacío es nuestra decisión, por tanto, construyamos nuestros propios esquemas mentales que deben ser positivos y amables. No existe mas realidad que la nuestra, la que tenemos en nuestra mente, y si ¡No estoy loca!
El optimismo o una visión catastrófica del mundo, cualquiera de las dos, son nuestra decisión. Lapidario: ¡Tú decides tu estructura permanente de funcionamiento!
Urgente: Observar y r nuestro pesimismo innato, darnos cuenta de la visión catastrófica del futuro que arrastramos de nuestros antepasados y trabajar por generar un mayor optimismo inteligente y realista nos ayudará a terminar con la tristeza y, por tanto, amortiguaremos los efectos de la el desánimo e incluso depresión que provoca vivir en Venezuela.
Tips esenciales:
- Evita a las personas tóxicas y a los vampiros emocionales.
- Rodéate de gente positiva
- Trázate metas y ocúpate en todo aquello que te motive.
- Busca aprender todos los días
- Siempre sal de tu zona de confort en todo, es necesario tratar de obligarte a realizar actos de valentía que a mediano y largo plazo estoy segura resultarán positivos.
REDES:
Instagram: @ATuSalud
YouTube: ATuSaludconMariaLauraGarcia
Facebook: ATuSaludEnLinea
Twitter: ATuSaludEnLinea
TikTok: ATuSaludEnLinea
Caraota Digital no se hace responsable por las opiniones, calificaciones y conceptos emitidos en las columnas de opinión publicadas en este medio.