Por María Laura García
La situación venezolana es un verdadero “Vampiro” energético que hace que muchos pierdan las ganas y dejen que su batería emocional esté en 1% y créanme que esto NO es un reproche, porque aquel que diga que nuestra “dinámica país” es sencilla está bajo los efectos de algún estupefaciente o experimenta el “síndrome de Estocolmo” o lo que es lo mismo, evidencia una reacción psicológica por la cual la víctima de un secuestro o retención en contra de su voluntad desarrolla una relación de complicidad y un fuerte vínculo afectivo con su secuestrador o retenedor.
Y el día de hoy, por esta ventana por la que llevo 8 años y medio, escribiendo semana a semana, lo único que pretendo es compartirles, el cómo, con todas mis fuerzas internas, estoy tratando de mantener mis recursos emocionales intactos, porque éste es mi país y esta tierra es mi plan A, B y C y, además Venezuela es de TODOS, nadie tiene el derecho de secuestrarla como suya con acciones mentirosas ni con el terror; por consiguiente, es nuestra responsabilidad mantener nuestra salud metal, a toda costa.
Cositas muy pequeñas que nos regalan bienestar…
Existen diversas acciones chiquiticas que, a diario, pueden ayudarnos a enfrentar una realidad muy ruda, hechos muchos de ellos intencionales, que nos quitan la paz, la confianza y las ganas de seguir ¿Te suena familiar?
¿Qué estoy haciendo en estos días para ganar fuerzas y blindarme, contra la apatía, la tristeza y ese estrés que paraliza?
Se los comparto, porque sé que muchos, deben estar con el corazón oprimido, sintiendo que algo les está aplastando el pecho. Lo primero, en la medida que puedo, me estoy alejando de todo aquello que descarga mi batería emocional. Me aparto, bien lejos, de la gente que se NIEGA A CREER y que ve todo como una señal catastrófica. De esos, que pasa algo malo, y de inmediato saltan a escribirte: ¡Viste te lo dije! Evito la soledad y el aislamiento, pero busco rodearme de los más positivos que conozco y de mis afectos.
Dosifico la Sobreexposición a la información, es decir, la filtro, solo viendo las que proviene de fuentes muy acreditadas.
Evito contenidos de personas negativas, que emplean las mentiras, el lenguaje del odio y altisonante, es decir, ni veo, ni leo a los mentirosos de siempre. Sus mensajes los consumo por los resúmenes o titulares que hacen periodistas serios.
Importante, recargo mis baterías emocionales, con mis herramientas de siempre: haciendo ejercicios y cuidándome. Me doy cariño con gestos diminutos, por ejemplo, como poco, me hidrato con infusiones calientes todo el día, uso los aceites esenciales y la aromaterapia en casa y fuera de ella. Me pongo pequeñas metas diarias, para sentirme útil y trabajo en lo que puedo. Busco ayudar y sumar a otros.
También, por media hora o una hora al día, hago algo que me gusta. Así que, si te gusta leer, caminar o jugar cartas, hazlo. Media hora es suficiente. En mi caso leo y salgo a correr porque esto sube hormonas como las endorfinas o la serotonina.
Como ya les escribí, me acerco a mis afectos, por lo cual busco tiempo de conexión, pero de calidad, para dar y recibir apoyo; y el cariño o afecto es sanador. Mentalmente me centro en pensamientos y palabras de afirmación
A ver, no soy especialista, pero a lo largo de mi vida, he aprendido de ellos, el cómo cultivar la salud emocional, que, sin duda, es nuestro bien más preciado y que determina, ténganlo en cuenta, nuestro segundo tesoro que es la salud orgánica.
¡Cuídense! Con salud podemos lograr todo lo que nos propongamos y además pensaremos y accionaremos mejor.
Por último … la salud, definitivamente está determinada por la calidad de nuestros pensamientos… como se los dije en un video a través de mi cuenta de Instagram @atusalud. Cada pensamiento que tenemos es el resultado de una compleja interacción de miles de millones de neuronas de nuestro cerebro. Cuando estas neuronas se comunican, producen pequeñas corrientes eléctricas. Dicha actividad eléctrica, que puede medirse con instrumentos como el electro-encefalograma, produce campos electromagnéticos. En esencia, cada pensamiento genera una frecuencia energética única. Por lo cual queda claro que nuestro cerebro, durante el procesos de pensamiento, emite energía en forma de ondas electromagnéticas.
Esto corrobora que nuestros pensamientos, y las emociones que desencadenan, NO son fugaces o efímeros. Tienen efectos tangibles en nuestro cuerpo, en nuestros niveles de energía y en el mundo que nos rodea.
Aprovechar este poder, comprendiendo esta intrincada danza entre el pensamiento, la emoción y la energía, puede llevarnos a una vida más sana. Así que cambia tu manera de pensar, cambia tu vida y la de todos.
¡Hazme y hazte ese favor!
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