Una mujer en Estados Unidos está viviendo un calvario por nadar en el mar con sus lentes de contacto puestos.
Brooklyn McCasland, de 23 años, quien perdió la visión en uno de sus ojos, contó que el malestar empezó al día siguiente. Destacó que la sensación era como si le hubiese entrado arena en el ojo, por lo que acudió a un médico que en un principio tampoco entendía lo que sucedía.
Con el pasar de los días, los médicos realizaban diferentes diagnósticos mientras la situación de McCasland seguía empeorando sin saber por qué. Además de la pérdida de visión progresiva, también sentía un intenso dolor, cada vez peor. “A veces, si cerraba el ojo, me sentía un poco mejor, pero a veces me sentía peor. Era un dolor constante”.
Finalmente, y luego de algunos meses pudieron dar con el diagnóstico correcto, el cual no era nada alentador. Se trataba de una queratitis por Acanthamoeba, una infección ocular poco común que afecta la córnea, causada por un parásito llamado ameba, que se había alojado en su lente de contacto.
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“Tuve que usar un parche sobre el ojo. No pude ponerme ninguna de mis gotas durante dos días”, recordó la mujer.
Lo peor ocurrió cuando se sacó la venda y descubrió que había perdido la visión por completo en ese ojo. “Fue muy aterrador. Mi percepción de profundidad cuando tomo cosas o intento abrir puertas está alterada, así que me costó acostumbrarme”, expresó.
Esta situación no solo afectó la salud de la mujer, sino que también perdió su trabajo. Los médicos le dijeron que tenía que esperar al menos un año a que la infección se cure antes de intentar cualquier otra cosa.
Por suerte, aún tienen una esperanza que consiste en un trasplante de cornea que podría devolverle su visión una vez pasado el periodo aconsejado por los galenos.