La nueva doctrina comercial de la Casa Blanca, bajo una política de «aranceles recíprocos», ha sacudido los cimientos de las relaciones comerciales con América Latina. Una serie de aranceles impuestos en los últimos meses ha generado un complejo panorama de ganadores y perdedores, donde las lealtades políticas no siempre se traducen en beneficios económicos. El caso más desconcertante es el de Ecuador, una nación considerada amiga y socio estratégico, que ahora enfrenta un arancel del 15%, superior al de otros países de la región.
Este análisis desglosa la situación arancelaria de cuatro naciones latinoamericanas—Honduras, Perú, Ecuador y Nicaragua—y explora las posibles razones geopolíticas y económicas detrás de la sorpresiva y dura medida contra Quito.
El nuevo orden arancelario: un mosaico de tasas
A principios de abril de 2025, la administración estadounidense actual estableció un arancel base del 10% para una vasta mayoría de sus socios comerciales, marcando el fin de una era de acuerdos de libre comercio más predecibles. Sin embargo, la política ha evolucionado, y las tasas se han ajustado país por país, reflejando una mezcla de pragmatismo económico, presión política y, en algunos casos, represalias directas.
Así se encuentra el panorama para los países en cuestión:
•Nicaragua: Enfrenta la tasa más elevada del grupo, con un 18%. Esta medida es una clara señal de la desaprobación de Washington hacia el gobierno de Daniel Ortega, utilizando la presión comercial como una herramienta de política exterior para sancionar lo que considera un régimen autoritario y antidemocrático.
•Ecuador: Sorpresivamente, se le ha asignado un arancel del 15%. Este aumento desde el 10% inicial ha golpeado duramente a sectores clave como el del camarón, que ahora debe pagar millones de dólares mensuales para acceder a su principal mercado.
•Perú y Honduras: Ambas naciones se mantienen, por ahora, en el arancel base del 10%. En el caso de Honduras, informes sugieren que sus esfuerzos diplomáticos y su alineación estratégica con Estados Unidos le han permitido evitar, hasta ahora, incrementos adicionales. Perú, con una economía de exportación diversificada, resiente el 10%, pero ha evitado las tasas más punitivas.
El Enigma Ecuatoriano: ¿Por qué un «amigo» paga más?
La imposición de un arancel del 15% a Ecuador ha causado perplejidad y frustración tanto en Quito como entre los analistas internacionales. Siendo un socio clave en la lucha antinarcóticos y un aliado diplomático en la región, la medida parece contradecir la lógica de premiar a los amigos y castigar a los adversarios. Dos hipótesis intentan explicar esta aparente contradicción:
1.Vulnerabilidad económica específica: El gobierno estadounidense podría estar utilizando sectores específicos y altamente dependientes del mercado norteamericano como palanca de negociación. La industria camaronera ecuatoriana, por ejemplo, es un gigante exportador, pero su éxito la convierte en un objetivo fácil para la presión arancelaria, sabiendo que el impacto económico forzará al gobierno ecuatoriano a buscar un acuerdo rápidamente.
2.La sombra de China: Aunque Ecuador ha fortalecido sus lazos con Estados Unidos en los últimos años, también mantiene una importante relación económica y de financiamiento con China. Es plausible que Washington esté utilizando los aranceles para enviar un mensaje a Quito y a otros países de la región sobre los «costos» de una cercanía excesiva con su principal competidor estratégico global.
Contrastes regionales: La política pesa más que la economía
El tratamiento diferenciado entre los cuatro países subraya una lección clave de la nueva política comercial estadounidense: las consideraciones políticas son primordiales.
•Nicaragua es el ejemplo más claro, donde un arancel punitivo del 18% sirve como una herramienta de sanción directa a su gobierno. Aquí, el comercio es explícitamente un arma política.
•Honduras, a pesar de sus propios desafíos internos, ha logrado mantener su tasa en 10% gracias a una «relación estratégica» bien gestionada, demostrando que la diplomacia activa puede, hasta cierto punto, mitigar los impactos de esta nueva era proteccionista.
•Perú, protegido por su TPC, enfrenta el arancel base, pero su acuerdo preexistente le otorga una mayor estabilidad y un marco legal para disputar futuras medidas.
En este contexto, el caso de Ecuador resalta como una advertencia. Ser un «país amigo» ya no garantiza un trato preferencial. En la era de los aranceles recíprocos, la ausencia de un acuerdo comercial sólido y la percepción de vulnerabilidades económicas pueden convertir a un socio en un objetivo de presión, demostrando que, en la nueva arena del comercio internacional, los afectos diplomáticos son secundarios a los intereses estratégicos y a la dura aritmética de la negociación.
NOTA DE PRENSA