La sociedad australiana está conmocionada por el caso de Elizabeth Struhs, una niña de apenas 8 años que murió cuando sus padres y los miembros de una secta religiosa le negaron el acceso a los medicamentos que necesitaba para sobrevivir.
Medios internacionales indicaron que Elizabeth murió en enero de 2022, en la ciudad de Toowoomba. La autopsia determinó que la niña sufría diabetes, pero no le suministraron insulina, vital para hacer frente a esta enfermedad.
Las investigaciones indicaron que los padres de la niña, Jason y Kerrie Struhs, pertenecían a una secta religiosa. En tal sentido, tenían la creencia de que la «fe en Dios era suficiente para curar enfermedades y rechazaba el tratamiento médico».
Las autoridades acusaron de homicidio involuntario a los padres de Elizabeth. Además, presentaron el mismo cargo contra el líder de la secta religiosa, Brendan Stevens, y otros 11 integrantes del grupo.
ELIZABETH TUVO UN INTENSO SUFRIMIENTO
Durante el juicio, la fiscal encargada indicó que Elizabeth padecía de diabetes tipo 1. Tras varios días de «intenso sufrimiento», la pequeña murió por cetoacidosis diabética, una complicación provocada por la falta de insulina.
Elizabeth era «alguien que hablaba poco, que necesitaba ayuda para ir al baño y que era incontinente», dijo la fiscal. También precisó que en sus últimas semanas de vida tuvo vómitos, pérdida de conciencia y somnolencia prolongada.
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El juez Martin Brain dijo que las acciones de los padres de Elizabeth tenían una «grave culpa moral y un desprecio por la vida humana». Además, afirmó que los miembros de la secta alentaron y aportaron la decisión de privar de atención médica a la niña.
Por su parte, el padre dijo que había tomado junto a la niña la decisión de «dejar la insulina», a la vez calificó de «persecución religiosa» al juicio. «Elizabeth solo está durmiendo y la volveré a ver», añadió.