El presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, firmó una orden ejecutiva que establece la llamada «Misión Génesis», un programa nacional destinado a multiplicar las capacidades del gobierno en materia de inteligencia artificial (IA).
De acuerdo con la información reseñada por medios locales, la iniciativa contempla la integración de supercomputadoras, bases de datos federales y laboratorios de investigación, con el fin de acelerar descubrimientos científicos y consolidar el liderazgo tecnológico de Estados Unidos.
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Según la Casa Blanca, este plan representa un paso decisivo para posicionar al país como referente global en el desarrollo de IA.
De hecho, la orden ejecutiva describe la misión como «un esfuerzo nacional coordinado para aplicar la IA a la ciencia, comparable en importancia histórica al Proyecto Manhattan, desarrollado durante la Segunda Guerra Mundial para crear la primera bomba atómica».
¿QUIÉNES ESTARÁN AL FRENTE DE LA MISIÓN GÉNESIS?
La iniciativa establece que el secretario de Energía, Chris Wright, será el encargado de liderar la misión, con el compromiso de que en un plazo máximo de 90 días se presente un inventario completo de los recursos de computación y redes disponibles para poner en marcha las operaciones.
La coordinación general recaerá en Michael Kratsios, asistente del presidente para Ciencia y Tecnología, quien trabajará de manera conjunta con agencias federales, universidades y empresas privadas para garantizar la integración de esfuerzos.

PRINCIPALES OBJETIVOS
El proyecto contempla la creación de una plataforma nacional de inteligencia artificial capaz de entrenar modelos científicos de gran escala, automatizar procesos de investigación y optimizar flujos de trabajo.
Con esta infraestructura, se busca acelerar descubrimientos en áreas estratégicas y consolidar un ecosistema de innovación que potencie la competitividad de Estados Unidos frente a sus rivales globales.
En definitiva, la Misión Génesis aspira a convertirse en el motor que impulse la supremacía tecnológica del país, articulando recursos públicos y privados en torno a un objetivo común: liderar el desarrollo mundial de la inteligencia artificial.
RIVALIDAD CON CHINA
El acuerdo también refleja la creciente rivalidad con China, que en los últimos años ha invertido masivamente en IA y tecnologías emergentes.
Trump ha dejado claro que la meta es impedir que Pekín se convierta en la potencia dominante en este sector. Para ello, la administración republicana busca no solo fortalecer la infraestructura científica, sino también establecer medidas legales que centralicen la regulación de la IA a nivel federal, evitando que cada estado imponga sus propias normas.
“Estados Unidos está en una carrera por el dominio tecnológico global en el desarrollo de inteligencia artificial”, dice la orden que describe la IA como “una frontera importante para el descubrimiento científico y el crecimiento económico”.
Para lograr las metas trazadas, la orden contempla asociaciones con empresas privadas, universidades y laboratorios nacionales, mientras que exige estrictas medidas de ciberseguridad para proteger investigaciones sensibles.

