En Fort White, en Florida (EEUU), una denuncia encendió la alarma sobre una familia que mantenía a nueve niños —cinco biológicos y cuatro adoptados— en condiciones que las autoridades calificaron como “inhumanas”.
De acuerdo con lo reseñado por Telemundo y otros medios, los arrestados, Brian y Jill Griffeth junto a sus hijos adultos Dallin y Liberty, enfrentan cargos por abuso infantil agravado tras descubrirse que los niños eran golpeados con bastones, drogados con medicamentos no recetados y encerrados en jaulas improvisadas bajo literas de madera contrachapada.
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La investigación comenzó cuando a un menor lo sorprendieron con una pistola eléctrica durante un campamento de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días. Este hecho, reportado por un “informante obligatorio” —figura legal en Florida—, reveló el patrón de maltrato sistemático.
Lo que precisaron las autoridades, es que los niños adoptados eran obligados a realizar tareas domésticas mientras los biológicos disfrutaban de entretenimiento. Incluso, muchos desconocían su nombre completo o fecha de nacimiento.
Asimismo, los testimonios forenses revelaron prácticas escalofriantes. Los menores eran rociados con vinagre en la cara, obligados a acostarse en el suelo mientras se les presionaba con tablones de madera, y privados de educación formal.
Uno de los niños denunció agresión sexual por parte de Dallin Griffeth, lo que ha abierto una investigación adicional.
La discriminación racial también fue señalada, ya que los niños adoptados eran afroamericanos y recibían un trato marcadamente diferencial.
En consecuencia, los cuatro adultos fueron detenidos y trasladados al Centro de Detención del Condado de Columbia. Las fianzas alcanzan hasta los $1.5 millones en el caso de Jill Griffeth, considerada la principal cuidadora. La suma es de $500.000 para Brian, Dallin y Liberty.
En tanto, los menores fueron puestos bajo custodia estatal. Actualmente reciben atención médica, psicológica y educativa. Mientras que las autoridades han calificado el caso como uno de los más graves en la historia reciente del condado.
