250.000 venezolanos que gozaban del Estatus de Protección Temporal (TPS), en los Estados Unidos pasarán a estar en condición de indocumentados a partir de este 7 de noviembre.
María Fernanda Angulo, migrante venezolana, contó con tristeza para lo que se está preparando. “Ese día lo pierdo todo: pierdo mi licencia de conducir, pierdo mi estatus y pierdo mi permiso de trabajo. Y puede que se abra un proceso de deportación en mi contra, lo que me separaría de la familia que construí aquí”, declaró a El País.
La mujer de 33 años llegó a los Estados Unidos en 2019 para reunirse con su madre y otros familiares y en 2021 se acogió al TPS. Su principal motivación para migrar fue la crisis económica en Venezuela. “Mi último sueldo en el trabajo que estaba en ese momento como psicóloga de primaria de educativa me daba, literal, para comprarme una refresco de dos litros y una bolsa de papas fritas”, explicó.
En 2018 antes de viajar, Venezuela vivió uno de sus peores momentos en materia de economía en los últimos años. «Mucha gente se alimentaba de lo que encontraba en la basura. Era muy común que no se comiera proteínas, solo vegetales, incluso productos en mal estado», recordó.
«Uno ama a su país pero lo cierto es que desde el 99 Venezuela dejó de ser un país real para vivir», agregó.

Una vez en los Estados Unidos se instaló en el sur de Florida, junto con su pareja y dos hijastros. Gracias al TPS pudo conseguir trabajo en una organización que ayuda a otros migrantes. “He estado aquí trabajando legalmente, haciendo las cosas de la mejor manera”, sostuvo.
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No obstante, su vida volvió a cambiar por completo cuando Trump empezó a aplicar su política migratoria. «Ha sido un año bien cuesta arriba, muy difícil psicológicamente hablando». En este sentido, ha sufrido de ansiedad y ha necesitado la ayuda de un psicólogo.
«Fui a la playa un día con mis chicos y pasaron unas patrullas de la policía fronteriza. Aunque tenía mi estatus legal, sentí un miedo terrible, dije ‘hasta aquí llegué’. Hay una incertidumbre y un miedo con el que uno vive todo el tiempo sin quererlo», contó.
«Me da pánico regresar a Venezuela, me da pánico incluso estar dándote esta entrevista y que resulte en un proceso en mi contra si llego a Venezuela”, reconoció.
La venezolana contó que un amigo íntimo está preso por participar en la campaña de la premio Nobel de la Paz y líder de la oposición en Venezuela, María Corina Machado.
Asimismo, no ocultó su rechazo a la política migratoria de Trump que calificó a los migrantes como delincuentes o que provienen de instituciones para enfermos mentales.
“Es muy fácil decir que 600.000 venezolanos son gente de mal, que vienen a hacer daño, pero lo cierto es que son gente que quiere hacer las cosas de manera correcta, trabajar para poder proveer a su familia de un futuro distinto”, concluyó.

