Seis años después de su último encuentro, el presidente de EEUU, Donald Trump, y su homólogo ruso, Vladímir Putin, protagonizaron este viernes, 15 de agosto, un gesto cargado de simbolismo: un apretón de manos firme y prolongado en la base militar de Anchorage, en Alaska.
Este saludo, captado por decenas de cámaras, marcó el inicio de una cumbre histórica cuyo objetivo declarado es alcanzar un “alto al fuego rápido” en Ucrania, como lo expresó previamente Trump.
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El reencuentro entre ambos líderes no solo revive viejas tensiones diplomáticas, sino que también plantea interrogantes sobre el futuro de la guerra que ha devastado Europa del Este desde 2022.
El último cara a cara entre Trump y Putin ocurrió el 30 de junio de 2019 durante la cumbre del G20 celebrada en Osaka (Japón). En ese encuentro breve, el norteamericano bromeó con el ruso: Don’t meddle (“No te entrometas en la elección”).
#15Ago | Así fue el encuentro entre Donald Trump y Vladímir Putin en 2019, y el de este viernes, cuando volvieron a reunirse en Alaska.
Vídeo: RT Noticias pic.twitter.com/oBdbYTj0NJ
— Caraota Digital (@CaraotaDigital) August 15, 2025
LA AGENDA INICIAL EN ALASKA
Cuando Trump y Putin se reunieron en Finlandia para su cumbre de 2018, hablaron solo acompañados por traductores durante más de dos horas antes de invitar a sus asistentes a participar.
Inicialmente, parecía que esta cumbre de Alaska podría tener una sesión individual similar, pero eso ahora ha cambiado.
Al aterrizar el Air Force One en Anchorage, se informó a los periodistas estadounidenses que esta cumbre comenzaría con una reunión de tres a tres antes de un almuerzo de trabajo más amplio.
Trump estará acompañado por el secretario de Estado, Marco Rubio, y su enviado multifacético, Steve Witkoff. Mientras, Putin se hizo flanquear por su canciller Serguéi Lavrov y el veterano diplomático Yury Ushakov.
Aunque Volodímir Zelenski no fue invitado a esta primera ronda, Trump insinuó que una segunda cumbre con el presidente ucraniano sería “todavía más importante” si se lograban avances con Moscú.
Más allá de los gestos y declaraciones, el contexto no puede ignorarse. Putin pisa suelo occidental por primera vez desde que se emitiera una orden de arresto internacional en su contra, mientras Trump busca consolidar su imagen como pacificador global.
Además, la elección de Alaska como sede —territorio con pasado ruso y alta carga simbólica— refuerza la narrativa de una partida geopolítica donde cada movimiento tiene implicaciones globales.