La situación alimentaria en Cuba continúa siendo precaria, y recientemente anunciaron un nuevo cambio en la distribución de la canasta básica. A partir de ahora, los cubanos mayores de 14 años no recibirán un pollo, sino picadillo y mortadela.
Esta medida se debe a la caída de las importaciones de pollo desde Estados Unidos y al aumento del precio del producto en el mercado internacional, lo que ha afectado directamente el consumo en la isla.
Desde febrero, el economista cubano Pedro Monreal había anunciado que se alcanzó el volumen más bajo de importación de pollo en los últimos cinco meses, lo que indicaba que una reducción en la distribución era inminente.
Las dificultades en el abastecimiento de combustible ha agravado la situación. Como consecuencia, muchos transportes de alimentos e insumos están inoperativos.
El director general de Ventas de Mercancías del Ministerio del Comercio Interior, Francisco Silva, ha explicado que la venta de los cada vez más escuetos mandados comenzaría «de forma parcial» a partir de este sábado, y que los alimentos correspondientes a mayo han sido priorizados en los procesos de extracción portuaria y distribución. Sin embargo, algunos productos como frijoles, chícharos y aceite siguen escaseando en las bodegas. En esta línea, la espera es aún mayor para el café y la compota.
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A pesar de estas dificultades, el gobierno de Cuba ha prometido que no habrá alteración en los precios, que seguirán siendo los aprobados por los organizadores de la Tarea Ordenamiento. Además, algunas familias vulnerables del país recibirán un módulo de alimentos gratuito. Esta medida que se hará extensiva a todos los núcleos de consumidores de Holguín y Guantánamo.
Sin embargo, la situación en Guantánamo, una de las provincias más pobres del país, sigue particularmente preocupante. En la región hay una severa falta de insumos básicos como arroz, azúcar, aceite, granos, café y sal.
El director comercial nacional de la Empresa Mayorista de Productos Alimenticios, Ángel de la Cruz Vaquero, ha atribuido estas dificultades a los suministradores y transportistas, así como al bloqueo de Estados Unidos y los rezagos de la pandemia de coronavirus.
Además, el transporte de los productos disponibles se ha visto afectado por la falta de combustible y la obsolescencia tecnológica de las industrias locales. Las vías de transporte por mar y por tren sufren de graves carencias y las mercancías suelen llegar maltratadas. Mientras que el transporte por carretera es el más frecuente pero también el más afectado por la crisis de gasolina.