El hallazgo del cuerpo sin vida del pastor Bill Schonemann, de 76 años, ha conmocionado a la comunidad de New River, Arizona (EEUU) por los abrumadores detalles de su asesinato.
De acuerdo con lo reseñado por Fox 10 Phoenix, el pastor fue encontrado el pasado 28 de abril en su residencia con las manos clavadas a la pared, en una escena que ha sido descrita como perturbadora.
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La Oficina del Sheriff del Condado de Maricopa calificó el crimen como un homicidio y aseguró que la investigación sigue en curso, aunque hasta el momento no se ha identificado a ningún sospechoso ni se ha determinado un posible móvil.
Schonemann era una figura muy querida en su comunidad, donde dirigió durante años la Capilla Bíblica local. Vecinos y feligreses han expresado su consternación ante el brutal asesinato, destacando la amabilidad y disposición del pastor para ayudar a quienes lo rodeaban.
Su hijo, Randall Schonemann, lamentó la pérdida y recordó el impacto positivo que su padre tuvo en la vida de muchas personas.
«Nuestro padre tenía un impacto tan positivo en la gente allá donde iba. Echaremos de menos su cariñosa guía y su paciencia», dijo su hijo.
Pero, la falta de información sobre el caso, ha dejado a la comunidad en vilo, sin respuestas claras sobre lo sucedido.
Las autoridades han enfatizado que consideran el crimen un «incidente aislado» y han asegurado que no existe una amenaza activa para la comunidad. Sin embargo, la naturaleza del asesinato ha generado inquietud entre los residentes, quienes esperan que la investigación avance y se esclarezcan los hechos.
Mike Anders, por ejemplo, vivió al lado de Bill durante 12 años y dice que todos los vecinos se quedaron sin palabras.
«O sea, cerramos las puertas con llave anoche. Es algo a lo que no estamos acostumbrados. Hasta que sepamos qué está pasando, nadie sabe si fue un familiar o quién pudo haberle hecho esto», dijo Anders.
En tanto, la policía ha solicitado la colaboración ciudadana para obtener pistas que ayuden a resolver el caso.
El impacto de este crimen ha trascendido más allá de la comunidad religiosa. Schonemann no solo era un líder espiritual, sino también un entusiasta de los autos antiguos y miembro activo del Red Devil’s Hot Rod Club.
Sus compañeros de club han destacado su habilidad para restaurar vehículos y su generosidad al compartir conocimientos con otros apasionados del automovilismo.