El coordinador del equipo que atendió al papa Francisco, y médico del hospital Gemelli de Roma, Sergio Alfieri, ofreció detalles sobre los últimos instantes del papa Francisco y aseguró que no había nada que hacer para poder salvar su vida.
«Entré en su habitación y tenía los ojos abiertos pero no me respondía, no había nada que hacer. Comprobé que no tenía problemas respiratorios e intenté llamarlo, pero no contestaba”. En ese momento, el galeno recordó que el papa había expresado que su deseo era “morir en casa».
«No respondía a los estímulos, ni siquiera a los dolorosos. En ese momento me di cuenta de que no podía hacer nada más. Estaba en coma», añadió Alfieri en declaraciones publicadas en los medios italianos.
Además, a diferencia de la primera crisis de salud del papa, en esta ocasión, “si hubiera perdido el conocimiento se habría tenido que seguir las directrices de su asistente personal de salud, Massimiliano Strappetti, que era como un hijo para el Santo Padre, que eran las de ningún ensañamiento terapéutico».
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«Durante su última hospitalización pidió expresamente que no se procediera en ningún caso a la intubación”, que “le habría ayudado a respirar, pero habría sido difícil volver atrás y extubarle, con los pulmones infectados de virus», añadió.
A pesar de esto, la opción del traslado estuvo sobre la mesa. «Corríamos el riesgo de que muriera en el traslado, le expliqué que la hospitalización habría sido inútil. Strappetti sabía que el papa quería morir en casa, siempre lo decía cuando estábamos en el Gemelli. Murió poco después», recordó Alfieri.
Para finalizar, el galeno ofreció nuevos detalles sobre la causa de muerte del papa. “Fue uno de esos infartos que te llevan en una hora, quizá se inició un émbolo y ocluyó un vaso sanguíneo del cerebro. Quizá hubo una hemorragia. Son sucesos que le pueden ocurrir a cualquiera, pero los ancianos corren más riesgo, sobre todo si se mueven poco”.